Las acciones estadounidenses cerraron la semana en retroceso, marcando una semana difícil para el mercado financiero. El Dow Jones Industrial Average cayó 0.31%, cerrando en 33,963.84. Por otro lado, el S&P 500 perdió un 0.23% situándose en 4,320.06, mientras que el Nasdaq Composite cayó un 0.09% a 13,211.81.
Esta caída marcó el cuarto día consecutivo de pérdidas para los tres índices principales, una tendencia que se desencadenó por la señal de la Reserva Federal de mantener las tasas de interés altas por más tiempo.
Tanto el S&P 500 como el Nasdaq Composite, los cuales incluyen tecnología de alto nivel, han experimentado caídas del 2.9% y 3.6% respectivamente en esta semana, siendo esta la tercera semana consecutiva en la que han registrado pérdidas y marcando su peor desempeño semanal desde marzo. Por su parte, el Dow Jones Industrial Average cayó un 1.9% durante la semana.
La acción de Ford experimentó un aumento del 1.9% después de que se informara que avanzaban las negociaciones con el sindicato en huelga United Auto Workers. En contraste, Stellantis tuvo un ligero aumento, mientras que General Motors cerró a la baja.
En una semana donde la Reserva Federal actualizó sus previsiones sobre tasas altas, los rendimientos de los bonos aumentaron, alcanzando niveles no vistos desde hace años. El rendimiento de referencia del Tesoro a 10 años llegó a su nivel más alto desde 2007, mientras que la tasa a 2 años alcanzó su nivel más alto desde 2006.
Esta situación ha sorprendido a los inversores, quienes están adaptándose a estos niveles de tasas más altas y su impacto en los activos de riesgo. Además, se ha intensificado la preocupación sobre un cierre del gobierno, lo que podría afectar la confianza de los consumidores y ralentizar aún más la economía.
Por otro lado, Rusia, uno de los principales proveedores mundiales de diésel, anunció la prohibición de las exportaciones de diésel y gasolina para estabilizar su mercado interno de combustible. Esta medida podría agravar la escasez global de diésel, ya que los refinadores de petróleo luchan por producir suficiente combustible debido a los menores suministros de Rusia y Arabia Saudita, principales productores de la OPEP y sus aliados.
La escalada de los precios de los combustibles para automóviles ha contribuido significativamente a la inflación, lo que representa un desafío político mientras el Kremlin se prepara para las elecciones presidenciales de marzo.
En contraste, los mercados financieros globales han experimentado un período de volatilidad marcado por la caída del índice Stoxx 600 paneuropeo, que cerró la semana con un descenso del 0.3%, resultando en una pérdida semanal del 1.57%, la más pronunciada desde mediados de agosto. A nivel mundial, los inversores han estado asimilando las implicaciones de las decisiones tomadas por los bancos centrales. Aunque la Reserva Federal de Estados Unidos mantuvo las tasas de interés inalteradas durante la semana, su tono agresivo sugiere una posible subida a finales de año y una prolongación de tasas elevadas para controlar la inflación. Otros bancos centrales, como el Banco de Inglaterra y el Banco Nacional Suizo, finalizaron sus ciclos de aumentos de tasas, pero advirtieron sobre futuras subidas. La divergencia en las políticas monetarias globales ha afectado los activos de riesgo y ha suscitado preocupaciones sobre la perspectiva de las acciones en la región asiática, ya que las tasas más altas restringen el flujo de capital extranjero.
En Japón, a pesar de la persistente inflación y el crecimiento de los salarios, el Banco de Japón optó por mantener las tasas en niveles negativos y continuar con su política de control de la curva de rendimiento. La incertidumbre en torno a las políticas de los bancos centrales, las tasas de interés y la inflación ha generado una volatilidad significativa en los índices bursátiles, manteniendo a los inversores cautos en un entorno económico incierto.
Si bien las acciones parecen encontrar un equilibrio después de la volatilidad de la semana, la situación de los mercados sigue siendo incierta, y los inversores siguen atentos a los desarrollos económicos y políticos que puedan afectar su dirección en el futuro.